Despenalización Regulada: El Caso Argentino

La Regulación del Cannabis es la punta de lanza en el reto más grande que enfrenta hoy América Latina: La Reforma de sus Política de Drogas.

En un abrir y cerrar de ojos el tema del cannabis ha pasado de la oscuridad y el desconocimiento, a ocupar cada vez más espacio en los medios de comunicación.

Tan solo en los últimos dos años ha habido más avances que en la última década: Uruguay legaliza, Chile aprueba dos proyectos pilotos para proveer cannabis medicinal a 400 pacientes, Colombia discute una ley en el Congreso de la República y Centroamérica habla de actuar en bloque y despenalizar.

 

Estados Unidos por su parte, tiene a fondo el acelerador de la regulación del cannabis y hoy en día en 23 de sus 50 estados se puede comprar y vender legalmente con fines medicinales, y en 4 más se puede hacer con fines “recreacionales”. Para el 2016 se proyectan 14 estados con regulación recreacional de acuerdo a ArcView Group.

Mientras tanto Argentina amaga cada tanto con “despenalizar” el autocultivo y la tenencia simple pero no se atreve a tomar ninguna medida. En el año 2007 la Corte Suprema en el Caso Arriola, falló que partes de la Ley 23.737 que regula los estupefacientes son inconstitucionales y ordenó al Congreso actuar inmediatamente. Siete años después, fuerzas de seguridad rutinariamente allanan viviendas, detienen personas por tener plantas y jueces los penalizan con cárcel.

Con un panorama en el que el resto del continente americano está tomando pasos agigantados hacia el replanteamiento de sus políticas sobre el cannabis, Argentina se posiciona como el país con la legislación más atrasada de la región.

En declaraciones y conversaciones con personas dentro y fuera del gobierno existe la idea generalizada que lo máximo que se podría llegar a dar en Argentina durante los próximos dos años (2015 – 2016) sería la “despenalización” del autocultivo y la tenencia de pequeñas cantidades. Más allá de esto sería como aventurarse a enviar un ser humano a Saturno, algo completamente impensable.

Con esta realidad en mente y el conocimiento acumulado que en materia de despenalización tenemos hoy, la mejor opción que tiene Argentina es la implementación de la llamada “Despenalización Regulada” para evitar los problemas que el despenalizar sin regular ha traído en otros países.

Y la “mejor opción” se refiere al tipo de legislación que puede ser aceptada por un gobierno que está en pleno proceso de elecciones presidenciales, más no lo que es más beneficioso desde el punto de vista de la salud y los avances internacionales en la materia. Pero como se dice popularmente: Es lo que hay, viste?

Curioso que para Argentina una elección presidencial significa que el tema del cannabis no se puede tocar, mientras que en Estados Unidos no hay rueda de prensa donde no se le pregunte a los candidatos presidenciales acerca de sus posiciones referente al cannabis.

La ley de estupefacientes en Argentina es el resultado del seguimiento al pie de la letra de las órdenes provenientes de Washington durante la presidencia de Carlos Menem. Aunque en esa época la mayoría del territorio de Estados Unidos había despenalizado, se le impuso a Argentina todo lo contrario.

Dicha ley que se exhibe actualmente como un cuadro de museo, completamente inamovible e intocable, ha regido por los últimos 20 años y está completamente por fuera de todos los avances internacionales en la materia.

La ley tacha de ilegal y prohibido todo lo referente a la palabra marihuana. Es motivo de cárcel un espectro de faltas que incluyen desde el tener semillas, cultivar plantas, posesión simple, hasta inclusive hablar abiertamente del uso de la marihuana. La ley incluyó ideas tan estrictas y dañinas que hablar abiertamente puede considerarse “apología de la droga” y donde inclusive se ha procesado (aunque sin cárcel) a figuras públicas.

LA ILUSIÓN DE LA DESPENALIZACIÓN

La despenalización es una figura gris en la que el estado ni permite ni regula, pero acuerda mirar hacia otro lado. Es como cuando el límite de velocidad es 100kph y un conductor pasa manejando a 103kph enfrente a un retén de policía. Técnicamente está violando la ley pero está más cerca de no hacerlo así que se le pasa.

En lo referente al cannabis, la despenalización establece unos montos mínimos de cultivo y posesión en los que el estado decide no hacer efectiva la ley. Estos montos mínimos varían desde 6 hasta 20 plantas para autocultivo y desde un par de gramos hasta 22 como es el caso de Colombia.

Pero la despenalización se queda corta frente a la realidad actual: en lo que se refiere al autocultivo, si alguien entra a una casa y roba plantas junto con otros bienes no se podría contactar a la policía para que investigue. Este es un problema endémico en Argentina que inclusive la Revista THC tuvo un artículo de portada hace unos meses.

Respecto a la tenencia, las personas seguirán siendo requisadas en la calle si existe la sospecha que puedan tener drogas, pero si tienen la dosis mínima, entonces ‘quizá’ no haya ningún problema. A menos obviamente que sea para “comerciar” y ahí si la pena es doble.

La idea detrás de la figura jurídica de la despenalización es que el estado no debería gastar dinero en perseguir quienes cultivan y tienen para su uso personal y en su lugar dedicar sus recursos para ir detrás de los grandes criminales.

Sin embargo la despenalización ha sido muy difícil de implementar por su falta de claridad y especialmente por la falta de una normativa que la regule. Si una comisaría recibe una llamada que una persona tiene unas plantas en el patio de su casa ¿Cómo sabe la policía que son sólo las 10 permitidas y no 11 plantas? La única forma es abriendo la puerta de la casa de una patada en la mitad de la noche y con armas de fuego apuntando en todas direcciones para que un oficial cuente una por una las plantas.

La despenalización también permitiría la posesión de una cantidad mínima. Si la policía abre la casa de una patada y no encuentra plantas, sigue esculcando y rebrujando cuanto cajón, caja, recipiente, tarro, tarrito y frasco hasta que encuentren marihuana o algo que se le parezca. Lo que se encuentre se tiene que pesar (muchas veces incluyendo el frasco de vidrio con el que viene y hasta la maceta con tierra) para acto seguido declarar que se debe seguir la investigación en la comisaría.

Alrededor del mundo se ha constatado que con una “despenalización” sin regulación para guiar a las fuerzas de seguridad y regular la producción y tenencia de dosis mínimas, el status quo de arrestos y allanamientos se mantiene casi intacto

Un país que decide despenalizar la “dosis personal” debe dar el paso adicional de definir claramente preguntas básicas de cualquier ley tales como el cuanto, donde, quién y como. Este paso adicional es lo que se conoce como “Despenalización Regulada”.

DESPENALIZACIÓN REGULADA: CUANDO LAS COSAS SE HACEN BIEN

La alternativa que ha probado su efectividad y ha traído una protección a quienes ejercen el derecho a los montos mínimos de cultivo y posesión es lo que se conoce como la “Despenalización Regulada”.

La “Despenalización Regulada” sigue siendo una figura gris en la que el estado ni permite ni regula, pero acuerda mirar hacia otro lado. La gran diferencia con la despenalización a secas, es que el estado establece procedimientos y montos claros con números y cantidades que pueden ser fácil y claramente implementados.

Esta figura jurídica establece unos montos mínimos claros de cultivo y posesión en los que el estado decide no solo no hacer efectiva la ley, sino también regularla. Estos montos mínimos varían desde 6 hasta 20 plantas para autocultivo y para tenencia desde un par de gramos hasta 22 como es el caso de Colombia

Si se da el caso de un robo de plantas de cannabis que han sido autorizadas bajo la despenalización, entonces el dueño puede denunciar el hurto a la policía y estos deben actuar como si fuese cualquier otro bien robado. En este caso la “Despenalización Regulada” no es simplemente que las fuerzas de policía miren hacia el otro lado, sino que también deben tomar acción cuando este nuevo derecho es violado.

En lo referente a la tenencia, se entiende que el cannabis aparte de ser cogollos también puede ser aceites, tinturas, cremas, bebidas y comida. Si bien la medición de la potencia va más allá del alcance que puede tener la despenalización y entra ya en la realidad de la legalización, se incluyen las cantidades de tenencia mínima en todas sus formas.

Para evitar que la policía allane una vivienda tras recibir una llamada anónima de posesión de plantas, se crea un procedimiento claro y privado para que toda persona que quiera ejercer el derecho despenalizado de plantar, lo pueda hacer. Una agencia estatal diferente de las fuerzas de seguridad establece los requerimientos mínimos para los que quieren plantar tanto indoors como afuera lo puedan hacer. Se crea un procedimiento legal de registro y el estado expide una autorización y certificado para que se haga dentro de los límites que establece la “Despenalización Regulada”

Cuando llega una llamada anónima denunciando la tenencia de plantas, la policía sigue el procedimiento de contactar a la agencia encargada del registro y si se corrobora que la dirección está en el registro, no pueden actuar. Tan solo se le puede exigir a través de la agencia reguladora a la persona denunciada que presente pruebas mostrando que se ciñe a los parámetros mínimos de la “Despenalización Regulada”.

De esta forma las viviendas de las personas que hacen parte del registro despenalizador, no pueden ser allanadas ni violentadas por las fuerzas de seguridad.

De esta forma se previene el mayor problema que ha tenido la despenalización que es la falta de procedimientos e información clara. Es fundamental entender que “despenalizar” quiere decir que se permite una actividad que está muy cerca de la ilegalidad, por ende la importancia de establecer unas normas que no den espacio a la duda.

Por último la “Despenalización Regulada” elimina esa carga de profundidad presente en la ley donde la posesión y autocultivo dentro de los marcos establecidos se elimina si la policía sospecha que es con “fines de comercio”. Cualquier persona que esté en el registro de autocultivo y cumple con los montos mínimos, automáticamente se establece que no puede ser procesado por comercio.

NI ES LO MISMO, NI ES IGUAL

Existen pues dos alternativas muy claras en lo que se refiere a cómo despenalizar exitosamente el cannabis y cómo no generar un problema aún mayor del que ya se tiene.

En la despenalización a secas generalmente no se especifican procedimientos ni cantidades de producción y posesión. Tampoco se implementa un programa de re-entrenamiento para las fuerzas de seguridad para que se ciñan a las nuevas realidades que trae la despenalización.

Pero por otro lado, cuando se aplica la “Despenalización Regulada” se está indicando exactamente el qué, quién, cuanto, como y donde que toda ley y norma administrativa debe especificar. Para evitar que haya abusos y gasto de recursos por parte de la fuerza pública las personas obtienen un permiso y pueden ejercer un derecho que fue despenalizado.

Para quienes lo usan medicinalmente, la despenalización autoriza que hablen con su médico solo para tratar las enfermedades que están tratando. Aquí también se autoriza para que se hagan controles de calidad al cannabis que se está usando pues lo más importante es por supuesto la salud de las personas.

Así pues la “Despenalización Regulada” no autoriza la producción a gran escala de cannabis ni el desarrollo de un mercado, pero presenta unas normas muy claras para este cambio.

QUE PENA ME DA ESA PENA.

En 1973 en el estado de Oregon se pasó la primera ley de despenalización en todos los Estados Unidos. Richard Nixon acababa de lanzar en 1971 con bombos y platillos, cárcel y plomo la “Guerra contra las Drogas” así que esta fue una movida muy avanzada para su época.

En ese momento se pensaba que simplemente con mirar hacia el otro lado lo que se fumaba o cultivaba, la gente de bien no tendría ningún problema.

Pero muy pronto se constató que inclusive si la poolicía tenía unos montos establecidos (6 plantas y 10 gramos) la única forma de saber si alguien estaba rompiendo la ley era rompiéndole la puerta de la casa de una patada, escarbando en los bolsillos y mochilas en la calle, y quizá llevándolos a la comisaría por la molestia causada a la fuerza pública.

Durante mucho tiempo las despenalizaciones que siguieron en otros estados se encontraron con la misma barrera tanto para los usuarios como para las fuerzas de seguridad, pues ni los unos ni los otros tenían forma de constatar que si se seguía la ley.

Hoy en día Argentina aplica una de las leyes más retrogradas de todo América Latina en lo que tiene que ver con el cannabis, mientras los Estados Unidos tienen la chancleta a fondo en su proceso de regulación y legalización. Y es el atraso legislativo argentino el que ha traído el actual incremento del narcotráfico en el país.

Un primer paso urgente para tomar es la “Despenalización Regulada” del autocultivo y la tenencia de cannabis. En este se permiten montos mínimos de cultivo y posesión, y lo que es más importante: se establecen reglas y procedimientos que definen el accionar policial y de las personas que hacen parte de este nuevo paradigma.

Regular la despenalización es un instrumento que construye sobre la experiencia de tantas décadas en política de drogas alrededor del mundo y previene abusos.

Sirve también para sentar las bases en Argentina del reto más grande que enfrenta hoy día América Latina: La reforma a su política de drogas y la regulación del cannabis como su punta de lanza.

 

Jose Luis Gastaldi.

Buenos Aires, Abril 2015